La persona es valiosa por sí misma, independientemente de su edad, nivel socioeconómico, estado civil, nombre, nacionalidad o religión. La naturaleza humana es constructiva, digna de confianza. Existen situaciones enajenantes que pueden bloquear el desarrollo constructivo del ser humano, pero incluso en estos ambientes adversos, la persona conserva su tendencia hacia su desarrollo integral. La motivación básica del ser humano es su autorrealización que lo conlleva hacia el desarrollo de sus potencialidades.
A partir de la hipótesis humanista, el ser humano tiene la capacidad que le permite la toma de decisiones y elegir sus propios valores, y por lo tanto la educación es centrada en la persona.
Esta postura busca y genera seres humanos dinámicos, responsables y comprometidos a través de un proceso donde el maestro guía al alumno hacia la reflexión sobre su existencia en un espacio, tiempo y aspecto sociocultural determinado, valorando el porqué de su existencia en función a su relación con el otro, involucrándolo en el desarrollo de su pensamiento creativo, pensamiento crítico y al trabajo autodirigido.
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